Debido a la reciente pérdida que el país ha experimentado pero que una parte del país parece no acusar, me encontré con algunas reacciones algo extrañas.
En este caso me referiré concretamente a la actitud “noesparatanto” que muchas personas, en forma creciente a medida que pasan los días, van asumiendo como propia.
Probablemente abrumados por la inmensa reacción popular que la muerte de Néstor Kirchner provocó, ya salieron los tibios de siempre a dejar en claro que si bien ellos se conmueven, solidarizan y emocionan, es “hasta ahí”. Con una alarma no exenta de cortedad de miras, se extrañan de que haya tanta gente que pueda estar acongojada por la desaparición física de alguien que no formaba parte de su círculo íntimo (entendiéndose por ello hermano, marido o amigo)
De esta guisa tuve incluso que tolerar discursos paternalistas acerca de la necesidad de poner las cosas en su justa medida y reservar el dolor para cuando me ocurra una “verdadera pérdida”. O sea, hay gente para la cual los vínculos ideológicos, las afinidades políticas, los sueños grandes, no valen tanto como el cuñado o la abuelita. Ok, puedo vislumbrar el mecanismo. Lo entiendo porque hasta hace unos años yo misma veía las cosas de forma similar –no igual- y me costaba identificarme con una figura social o política, ya no hablemos de tenerle apego o sentir pasión (una excepción a esto haya sido probablemente Itzjak Rabin, otro dirigente cuya repentina pérdida sentí como importante y terrible). Sin embargo, nunca denosté ni me pareció desubicada la genuina pasión que algunas personas parecían sentir por líderes sociales, carismáticos o incluso artísticos.
Tuvo que asumir el gobierno de Kirchner y luego el de Cristina, que poco a poco me ganaron con medidas concretas y hechos contundentes, para que llegara el día en el cual yo también decidí que esta gente lejana y en un punto desconocida, que estaba en el poder y me representaba como nunca antes nadie lo había hecho, pasaría a formar parte de mi círculo íntimo, de las personas que considero valiosas y necesarias, a las que permito hacerme emocionar, enojar, comprometer.
Cada cual a sus sentimientos e ideas, pero por favor que no me sigan molestando las personas que no entienden lo que se sale de los límites de su quintita. Que permanezcan en su mundo, lleno de taxistas reaccionarios y clase media no muy culta (admito crueldad; para eso está mi blog, también), y no traten de aleccionarme sobre el tipo de emociones que se supone debería sentir. Que su necesidad de sacudirse rápidamente una movida popular que no comprenden no los haga darme lecciones morales sobre la futilidad de ciertos sentimientos.
Son los mismos que después dicen que “ya están hartos” del Holocausto o los desaparecidos, probablemente porque todo tema que no pertenezca a su domesticidad los supera, aburre y sobrepasa. Quizás por eso no pueden entender que haya personas que sentimos distinto, a quienes nos alcanza el sentimiento para un círculo un poquito más amplio que el de nuestra mesa de los domingos.
4 comentarios:
A mí me emocionó mucho más ver a la gente emocionada que la propia muerte de K. Por alguna razón que todavía no termino de entender, me quedo mirando todo con cierto distanciamiento. Soy tibio? No me siento representado totalmente por ellos, aunque claramente reconozco una cantidad de cosas que por suerte, finalmente, se han hecho. Todavía permanezco "en la comodidad de mi hogar", pero tampoco me siento identificado con Lanata cuando dice que está cansado de los desaparecidos. Esa cosa de ser tan pragmático que entonces no te subís a ningun colectivo es lo que me pasa. Pero no estoy seguro de que vos tengas razón, o de que yo la tenga, solo me parece que lo que nos diferencia no es ideológico, sino solo emocional. Llorar a Lennon, o a Kirchner, en algun lugar se parecen. Te toca un punto o no te lo toca, pero eso creo que no demuestra cuán 'quintita' seas.
La diferencia, creo, es aceptar o no que a mucha otra gente le pase, y no ponerse nervioso por ello. Veo a mucha gente nerviosa por esta reacción popular. Y la verdad es que la intolerancia, sea del orden que sea, me CRISPA bastante.
Caro: tendrías que haber estado ayer en la ESMA. Hubo una convención organizada por el ministerio de desarrollo social... todas las provincias... pasé una hora literal y me alcanzó... no te llenes de los de la quintita propia... mirá más fuerte que no sabes la cantidad que somos que nos animamos a salir del ombligo... ayer me emocioné de ver esa movida... y ver a mis sobrinos viviendo eso... y pisando la ESMA... y entender que somos muchos los que nos animamos a que nos emocione y nos mueva y nos desencasille y nos enoje...
beso grande.
La novia de G de la entrada anterior. :)
Es totalmente cierto, también está la otra realidad que es toda esta gente movilizándose... quizás fue solo uno de esos momentos de misantropía que a todos nos agarran de vez en cuando.
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