martes, 15 de diciembre de 2009

La semana de Sigmund (o analizate esta)


La Inquisición trabajaba más o menos así: habiéndose identificado a una mujer como potencial bruja, se la sometía a un juicio sumario. Si la mujer admitía la acusación y confesaba estar en comercio con el diablo, la cuestión no merecía mayor polémica: se trataba de una bruja confesa. Por el contrario, si la mujer negaba tener relaciones demoníacas, se daba por hecho que quien estaba actuando en su nombre era el diablo mismo, por lo cual el veredicto era, nuevamente, condenarla a morir en la hoguera. En realidad, no había ninguna instancia en la cual la inocencia de la persona pudiera emanar directamente de su conducta (no de casualidad tantas fueron incineradas)
¿A ustedes a qué les hace acordar este metalenguaje? Resistencia, negación, proyección. El dogma que se revisa a sí mismo y no admite el disenso ilustrado.

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