viernes, 21 de mayo de 2010

Todos los días es el Día de la Misantropía

Cuando algo malo te ocurre las reacciones ajenas son de lo más curiosas.
Están, por supuesto y para arrancar con un poco de fe en la raza humana, los que te quieren ayudar genuinamente, te aportan consejos o una visión superadora que quizás no pudiste ver, y los que se ponen a tu entera disposición haciéndote sentir que podés confiar en ellos para lo que sea. No pocas veces, se trata de personas que no componen tu círculo más íntimo y te muestran de esta forma que probablemente deberían. Por lo general la amistad sale mucho más fortalecida luego de estas instancias.
También están, lamento decir y entrando ya de lleno en terreno cenagoso, aquellos a quienes se les nota demasiado que la desgracia ajena los excita, los eleva un poquito de la mediocridad en la que viven inmersos y de la que sólo sienten que pueden emerger si los demás se hunden con respecto a ellos.
Están los que “huelen la sangre”, gente que normalmente no te da demasiada pelota pero ante la mínima señal de adversidad se hacen presentes, indagando, queriendo saber el detalle morboso, los plazos, categorías y alternativas menores de tu pesar; son los amarillistas que hay en todo grupo humano, los que no conocen la discreción ni el buen gusto. Nunca te llaman tantas veces a la semana como en los momentos en los cuales es probable que te pegues un tiro. Sin embargo, no te disuaden sino que por lo general te dejan con más ganas.
Tristemente y para finalizar, también están los que tienen un talento enorme para borrarse justo cuando uno más los necesita. Los que están demasiado acostumbrados a ser los escuchados o contenidos, y sencillamente no se hallan o no les interesa demasiado el rol de escuchador. Son los que no comprenden que toda relación medianamente sana tiene que poseer ambos componentes, que los roles estancos no son buenos para ninguna dinámica de grupo. Estos ejemplares huyen cuando te llega el turno de hacer catarsis a vos. Cumplen con los rituales establecidos, o sea, te manifiestan con cara de preocupados que están para lo que necesites, pero a la larga siempre son cuestiones bastante más baladíes de su propia vida las que les impiden cumplir con tan solemne promesa.
Hoy es un día gris. El filtro de emociones en contra de la naturaleza humana no funciona a un cien por cien.

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