martes, 16 de febrero de 2010

Millennium

Todavía no sé si me gusta o no Stieg Larsson. A veces me parece que sólo le falta que pasen algunos años y se convierta en un autor de culto de esos que escribieron un par de obras y te dejan con unas ganas irremediables de más (sin ánimo de comparar me pasa eso con Bolaño, con Sebald, con Paola Kauffman, de quienes uno tiene la triste certeza de no poder volver a leer nada más de ellos cuando acabe el reciclaje de obras inéditas e inconclusas). Es que el pobre Stieg falleció de un ataque cardíaco antes de llegar a ver el éxito de su trilogía Millennium.
Larsson hasta ahora es, sin embargo, un autor de policiales que no se salen demasiado de la media salvo probablemente en la extensión y en la capacidad de crear personajes difícilmente olvidables para el público. Lisbeth Salander podrá gustarnos o no (oscilo todo el tiempo entre el amor y el rechazo, lo cual considero un gran logro del escritor), pero a nadie deja indiferente. Ahora nos han obligado a ponerle un rostro debido a la inminente aparición de –cuándo no- la película, que se promociona con gigantografías de la actriz sueca que interpretará a esta conflictuada hacker. Pero es innegable que, pese a lo inverosímil que se pone según avanza la obra, Salander es una mujer de armas tomar y una creación literaria muy distinta a lo que conocemos.
Todavía no sé si me gusta o no Stieg Larsson, pero su efectividad narrativa es innegable ya que hizo que muchos leyéramos, un poco a desgano y enojadísimos con el precio, las más de mil quinientas páginas de su trilogía.

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