jueves, 8 de marzo de 2012

Para leer al anochecer



Tiene sabor a lo de Dickens pero, increíblemente, también a Daudet o Gombrowicz. Uno mira la portada y queda automáticamente transportado a ese mundo gótico y crepuscular al cual el autor nos invita a entrar.
Tiene olor a ese libro de cuentos de fantasmas que uno leía de adolescente, saboreando el momento, a la luz de una vela cuando se cortaba la luz. Pero éste es para adultos, en un extraño sentido, por lo críptico, lo poco lineal y lo surrealista. Hay diálogos francamente imperdibles, historias que arrancan como el cuento clásico de terror pero terminan siendo sólo una promesa, el atisbo de un hecho misterioso, la víspera.
Dickens pasó, para mí, del ajado ejemplar de Oliver Twist que leía y releía de pequeña cuando fantaseaba con una huida del hogar hatillo al hombro y pan con queso como única vianda, a las páginas de hermosa y opaca tipografía del Kindle Touch. Pero sigue ahí, ajeno a los cambios de formato y, sobre todo, ajeno a mis cambios de opinión sobre su cuestionable, polémica, inefable y victoriana mirada sobre el mundo.

1 comentario:

Ana Caldeiro dijo...

Oooh. Quiero este libro. Gracias por traerlo.