miércoles, 24 de marzo de 2010

Facebook y la fotito de perfil como identidad


Esta semana, con motivo de la conmemoración del Día de la Memoria, muchos de los usuarios de FB decidimos quitar nuestras fotos de perfil como símbolo de que recordamos la pérdida de tantos que ya no están. Celebré la iniciativa: siempre me alivia que en espacios tan frívolos como puede ser una red social, surjan cuestiones valiosas, pruebas de que no sólo pensamos en reunirnos con nuestros ex compañeros o mandarnos capussotitos, sino también mostrar nuestra postura, nuestra filiación en temas que son de extrema importancia. Porque no jodamos: seguro hay muchos que no sacaron la fotito porque son colgados, porque no entraron a internet por semanas o porque les parece pelotuda la idea, pero sabemos que también hay varios que jamás lo harían porque el tema de los desaparecidos les chupa un huevo o incluso descreen un poco de su veracidad (espero que mi lista de contactos no contenga muchos de estos últimos). Entonces, me encanta mostrar que hay quienes tenemos otra visión de las cosas y que pretendemos no olvidar ni dejar que olviden, aún desde el más banal de los espacios.
Uno de mis contactos, que no sacó la foto, publicó algo así como “Se extraña a los desaparecidos todos los días. Gracias a Dios conservo mi identidad”. Sofisma de principio a fin. Primero, en el supuesto caso de que le creamos a esta persona que todos los días de su vida hace ejercicio activo de memoria por los desaparecidos, aún deberíamos recordarle que ya que somos animales sociales, no sólo alcanza con albergar un pensamiento sino que es bueno materializarlo de vez en cuando, hacerlo tangible, “manifestarse en común”. Si no, hasta que no se perfeccione la telepatía, vamos muertos en cuanto a eso de comunicar ideas. Por otro lado me causa asombro que para la misma persona que cree que quitar una fotito de FB es intrascendente, su identidad esté definida por la misma. Loquísimo.
Ojalá no sean simplemente expresiones de personas que detestan la manifestación de ideas que les son ajenas o incómodas. Siempre es más fácil criticar o creerse de vuelta de todo, pero a veces los actos más simples hacen la diferencia.

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