lunes, 22 de marzo de 2010

Physics Drops I: La fealdad de las teorías enoja a los físicos


A los físicos no les gusta que una teoría sea enrevesada. Aclaremos rápidamente que cualquier cosa que manejan, por básica que les pueda parecer a ellos, es una maraña de ecuaciones para la mayoría de nosotros. No obstante, en física se suele “confiar” preferentemente en axiomas que luzcan bellos y redonditos.
Por ejemplo, hay algunos físicos que están fastidiados con el hecho de que parezca no haber fin para la subdivisión del átomo. Esa entidad que curiosamente fue llamada así, átomo, por pensarse que era la unidad final e indivisible de cualquier cosa, nos sigue sorprendiendo por la cantidad de amiguitos que lleva dentro, al punto de que un destacado físico dijo hace poco que habría que darle el Nobel a quien este año NO descubra ninguna partícula subatómica nueva. Los electrones y protones que aprendimos en la escuela son los dinosaurios de esta historia. Ahora se sabe que el átomo bulle con la actividad de exóticas partículas llamadas quarks, hadrones, bosones de Higgs y otras rarezas por el estilo. Cada descubridor se ha dado el gusto de que una partícula lleve su nombre, y parece que hay más.
Hay teorías nuevas, desprendidas de la de cuerdas, que para Stpehen Hawking, son “feas”. Nótese que los físicos y cosmólogos dan mucha importancia a que un postulado cumpla ciertos requisitos estéticos. También, los apasiona la posibilidad de que todo pueda ser explicado con una única y simple teoría unificada. Quien consiga describir esta famosa y por ahora esquiva Teoría del Todo, armonizando así la Relatividad General y la Teoría Cuántica, dará un giro cismático a la física, probablemente el más grande de la ciencia moderna. Pero por ahora, estamos lejos de que alguien describa alguna concordancia entre las leyes que rigen los espacios inmensos (el cosmos) y los minúsculos (la física subatómica)
A mí, la idea de que los físicos y cosmólogos sean preciosistas, me llena de esperanzas. Me parece que estamos en las buenas manos de unos maniáticos brillantes.

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