A la vista de esta foto, el cuentista uruguayo Horacio Quiroga, a diferencia de lo habitual en la gente, cambió poco de cara y mucho de estilo –aunque sólo una vez- a lo largo de los casi sesenta años que duró su vida, hasta que ingirió cianuro tras comprarlo a un farmacéutico al que engañó con la verdad cuando éste le preguntó para qué lo quería. Le contestó: “Para matarme”.
En la foto se lo ve muy joven pese a la barba bien crecida y picuda. La edad es delatada por la postura desafiante de dandy (...), por el cabello agitado y sobre todo por los ojos entre airados y lánguidos, propios de quienes aún ensayan y creen poder decidir el papel que representarán en el mundo. Aquí se ve todavía a alguien dispuesto a parecer un escritor, y además francés. Sería alrededor de 1900 y Quiroga tendría poco más de veinte años.
Fragmento de “Miramientos”, de Javier Marías.
En la foto se lo ve muy joven pese a la barba bien crecida y picuda. La edad es delatada por la postura desafiante de dandy (...), por el cabello agitado y sobre todo por los ojos entre airados y lánguidos, propios de quienes aún ensayan y creen poder decidir el papel que representarán en el mundo. Aquí se ve todavía a alguien dispuesto a parecer un escritor, y además francés. Sería alrededor de 1900 y Quiroga tendría poco más de veinte años.
Fragmento de “Miramientos”, de Javier Marías.