sábado, 24 de julio de 2010

La solidaridad cool

Hay figuras más o menos públicas que decidieron hacer de la solidaridad salame su estandarte. Aclaremos rápidamente que la mayoría de estos principitos conflictuados no tienen la más somera idea de cómo se genera el capital, de cuáles son las verdaderas razones de que haya tantos pobres para tan pocos ricos, y por ende son completamente incapaces de ver conexión alguna entre su deseo de comprarse unas aparatosas zapatillas último modelo cada semana y el hecho de que mucha otra gente no tenga ni para ojotas. No digo que debieran sentirse culpables, no. Lo único que necesito imperiosamente es que estos ejemplares dejen de hablar del “capitalismo feroz” cuando son parte esencial del mismo y no agarran un libro para esclarecerse ni de casualidad.
Para muchos de estos eternos adolescentes, la culpa de la pobreza la tienen “los gobiernos” (frecuentemente confunden los conceptos de gobierno, estado, y poder), y son incapaces de una visión del problema más global o sistemática.
La solución de onda entre quienes no soportan su dilema existencial es adherir a alguna organización no gubernamental o directamente ponerse su propia fundación para los despojados de este mundo (es la versión solidaria de “mi papá me puso el negocio”). Allí los vemos, después, desfilando insufribles por los programas de televisión, con la cejita temblando de angustia, diciendo pero no diciendo que realizan tareas solidarias (todos claman que lo hacen a las sombras pero por algún sospechoso motivo, todos nos terminamos enterando al detalle de sus actividades de beneficencia)
Es mi sensación que estos pavotes que ostentan fundaciones nunca le sonaron los mocos a un nene pobre en sus vidas. Tampoco creo que les den su celular a las mujeres golpeadas para que los llamen cuando necesiten charlar. La mayoría es más bien como Sting con el indio. Me muestro un poco con vos, te saco a pasear, dejo claro que me copa que te vistas como un zafarrancho, pero ahora, si te venís con reclamos un poco más complejos, de vuelta a la villa.
Con la misma contradicción, no es de sorprender que este tipo de preocupados crónicos después no pierdan el sueño por negrear a los técnicos de su propia productora o tirar a la mierda los CVs que esperanzados aspirantes a actor les dan en mano.
En el fondo, nuestras estrellitas solidarias piensan que lo mejor a lo que puede aspirar un pobre es a obtener una changuita decente o a llevar a sus hijos a un comedor comunitario con empapelado de winnie pooh. No creen que merezcan ganar fortunas, como ellos. No los veo haciendo grandes esfuerzos por el movimiento social ascendente. Los pobres les son funcionales así como están. Sino, ¿de qué hablarían con cara de pena cuando los invitan a lo de Mirta Legrand?
La cosa es tan simple como que ninguno de ellos tiene un amigo colectivero o gasista. Ninguno se casa con la chica sin dientes de la bailanta. Su sentido de lo top y lo cool permanece intacto. Y en ese micromundo, los pobres no entran. Se quedan afuera, viendo que se habla de ellos como de la última adquisición de moda.

lunes, 19 de julio de 2010

Mutis y la Expedición Botánica


¡Qué maravilla el libro Mutis y la Expedición Botánica! Me lo trajo P de Colombia, atento a mi predilección por los asuntos plantiles.
El librito es una recopilación de la obra ensayística de Mutis que, como era usual en las luminarias de su época, dominaba no una sino varias ramas de la ciencia y llegó a ser el astrónomo, médico y botánico de Fernando VI en la Nueva Granada. Hay interesantísimos pasajes sobre sus aportes en el conocimiento de la quina (equivalente a la canela de los holandeses, decía Mutis orgulloso, quedándose evidentemente corto en la analogía), su defensa de la teoría newtoniana que sorprende aún tan polémica en las postrimerías del siglo XVIII, sus arengas contra el desmonte –en lo que podríamos ver como un esbozo de la ecología moderna.
Mutis, también, fue estadista, y su participación en la independencia colombiana me sigue siendo esquiva ya que, contrariamente a lo que P creía al comprarlo, este libro casi no toca esa faceta suya. Me parecía intrigante conocer la forma en que una expedición botánica devino, eventualmente, en gesta libertaria.
No tiene desperdicio su ensayo “Observaciones sobre la vigilia y sueño de algunas plantas”. En él, Mutis registra con minuciosa precisión los cambios observados en distintos tipos de flores exóticas. Por supuesto, no tendría ninguna gracia describir que una cierta flor se abre y se cierra. Para Mutis, las exandras se despiertan, las triandras están en sueño, y todas ellas, a intervalos cíclicos, bostezan y se desperezan. No se trata de una licencia poética; es el lenguaje que utilizaban los botánicos para denominar los ciclos diurnos y nocturnos de las flores. Corolas, cálices y pistilos se despliegan y danzan en una descripción que no puede ser sino mágica.
La edición culmina con una serie de ilustraciones que el anciano dibujante de Mutis realizó en cada una de sus expediciones (el célebre botánico siguió hasta su muerte mendigando al rey y al virrey de turno más recursos, más erario, nuevos dibujantes que reemplazaran a los que iban muriendo, porque la selva y la foresta terminaban rápidamente con la vida de los expedicionarios, y Mutis no se resignaba a ver inconclusa la obra de toda su vida). Allí vemos por fin a las hermosas exandras y triandras plenamente abiertas, a la dracena en su esplendor rojo, a orquídeas azulinas, todas ellas retratadas con la fiebre de quienes las estaban contemplando por primera vez. La exuberancia americana deslumbraba a los ojos españoles, suecos, holandeses. Los aborígenes compartían el maravilloso secreto de la quina, el febrífugo universal. Mutis describía con increíble lucidez el paludismo, intuyendo que la humedad se le asociaba pero desconociendo aún que era el mosquito quien lo transmitía.
Esa ciencia tan preñada de poesía es la que vemos, finalmente, en las ilustraciones del viejo maestro dibujante. No es de extrañar que tanta belleza haya sido parte de un sueño de libertad.

sábado, 10 de julio de 2010

De cómo el embarazo produce reacciones en serie

No es por nada, me caen bárbaro y hasta creo que la mayoría debe ser gente muy talentosa, pero si leo otro blog referido a las peripecias de una pareja recientemente embarazada (llámese antojos, labilidad emocional, dudas sobre la paternidad, etc.), si veo una entrada más de título trillado, me corto las venas con una tira de Evatest. Lo digo en serio.